


Desde los estudios socioeconómicos aportamos conocimientos oportunos en políticas para el desarrollo económico, social y humano en diversos contextos públicos o privados, cuyos resultados aporten en la toma de decisiones institucionales; en medio de un ambiente bastante tenso, hacemos la presente entrada hay reformas y contrarreformas.
Cuando se plantea las reformas no solamente es importante mirar el qué sino también el cómo y el para qué, las respuestas a ello, permitirá centrarse en las soluciones y no entrar en debates eternos ni emotivos sino argumentativos. Actualmente hay un proyecto (solo es eso) que se está presentando para ser debatido en la institución que representa, lo que sería una junta directiva en una empresa, a todos los intereses y pensamientos del país que es el Congreso; pero su debate no ha comenzado, y ¿por qué no nos hemos dado ni siquiera la oportunidad de comenzar el debate del proyecto de reforma?, porque el cómo se presenta de entrada nos deja tres grandes enseñanzas gerenciales al discutir una reforma:
- El liderazgo, la comunicación y la legitimidad es clave. En un hogar, empresa o sociedad se requiere un liderazgo que construya sobre consensos previos desde la solución, es indispensable comunicar con claridad (sin amenazas) lo que se necesita, sus razones y soluciones, pero no solo decir sino escuchar sobre quienes recibirán el impacto de la reforma; y tener legitimidad marcado por la confianza, la cual se construye sobre la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y ello comienza con los directivos.
- Urgencia e importancia son diferentes. Si algo se debe tener claro en una reforma si se si quiere apagar un incendio o realmente es estructural en beneficio del futuro de la institución (hogar, empresa, sociedad, etc.), cuando se confunde lo que es urgente con lo importante no la pasamos cambiando las reglas de juego periódicamente, y lo mal llamamos “adaptación”, lo cual realmente se lee como “improvisación”, es lo que termina demostrando que las directivas están centradas en lo urgente, en el día a día y no en lo importante y estratégico, existiendo una miopía gerencial.
- Hay tiempo para todo. Saber leer los tiempos es de sabios, un proverbio dice: “Observé algo más bajo el sol. El corredor más veloz no siempre gana la carrera y el guerrero más fuerte no siempre gana la batalla. Los sabios a veces pasan hambre, los habilidosos no necesariamente son ricos, y los bien instruidos no siempre tienen éxito en la vida. Todo depende de la suerte, de estar en el lugar correcto en el momento oportuno”. Cuando la administración de una empresa o de un gobierno está terminando su gestión y estará próxima a prepararse para hacer entrega de su cargo, presentar una reforma que parece todo un plan de largo plazo es llegar tarde, es estar en el lugar incorrecto y hacerlo en el momento menos oportuno.
Ahora bien, aprendiendo estas lecciones gerenciales, pero centrándonos en examinar el proyecto de reforma tributaria del actual gobierno de Colombia, es importante mencionar que la reacción que ha generado el proyecto, porque nada se ha reformado aún, muestra que definitivamente hay grupos de interés que no le interesa que la cancha se nivele porque se beneficia de la desigualdad por las exenciones que ellos mismos tienen o por el lobby que han ganado; que tenemos unos directivos que demuestran poca capacidad para llevar a toda la ciudadanía a consensos sobre la sociedad que queremos, evidenciando carencia de gobernanza y, que el estar volviéndose una constante reformar tributariamente al país (con el nombre que quiere colocársele) cada año o dos años y medio en promedio, solo refleja nuestra incapacidad como país, de su junta directiva (congresistas) y de sus directivos (gobierno) para ponernos de acuerdo y saber hacia dónde nos dirigimos.
Mencionado lo anterior, mirándolo desde el punto de vista técnico, el sector fiscal requiere para desarrollar sus responsabilidades, por ejemplo, dar cumplimiento a los derechos económicos, sociales y culturales entre otros; recursos que debe gastar de forma determinada y para ello necesita la generación de ingresos, la manera de cómo lo hace afectará a los mercados de la economía, en mayor o menor medida dependiendo de su particular estructura y combinación. Parte del actual desafío de los estados, especialmente ahora en medio de la pandemia mundial, es dimensionar de forma adecuada la forma de hacer que su acción sea eficiente y contributiva al desarrollo de la sociedad, y para ello, es indispensable entender el efecto de sus acciones, los instrumentos con los que dispone y la forma de utilizarlos; para poder garantizar la existencia de determinados bienes, se requieren recursos que provienen principalmente, de los impuestos; algunas veces se hacen de forma inadecuada, otras defectuosas y en otros momentos insuficiente o ineficientemente. Con esta breve claridad podríamos afirmar, desde el punto de vista técnico, aunque no es ni política ni popularmente conveniente, que efectivamente si se requiere una reforma, ojalá siendo capaces como sociedad de enfrentar nuestra situación fiscal, inequidades y deficiente distribución del ingreso del país.
Se puede mirar punto por punto del proyecto de “ley de solidaridad sostenible” pero eso ameritaría otro espacio para ver los pros y contras de cada uno de ellos, que sería el trabajo que debería hacer una junta directiva (Congreso) con seriedad en una empresa para argumentar y proponer, pero que a nivel general podríamos mencionar lo siguiente:
Puntos Positivos | Puntos Negativos |
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Lo anterior es un análisis muy general, pero nos lleva a lamentaros que como sociedad no tengamos la capacidad de discutir proyectos y llegar a consensos, es aún más lamentable que elijamos una junta directiva incapaz de argumentar si medir su status quo y que antepone su político-electoral por encima de lo que requiere un país. No deberíamos aprobar nuevos gastos ni subsidios ni endeudamiento si como país no tenemos un financiamiento previo, más grave aún, existen fallos judiciales por montón que exige al Estado (todos nosotros) ejecutar gastos cuando no tenemos de dónde hacerlo, pero seguimos como sociedad en la incapacidad del manejar nuestros gastos, incluso llegamos a la locura de proponer financiamiento monetario, sin pensar que esto generaría una pérdida de credibilidad institucional muy grave, y sus consecuencias en el mediano o largo plazo sería extremadamente nefastos para el país, no aprendiendo de ejemplos históricos y presentes muy cercanos en países de América Latina que han optado por ello.
Mientras en este momento nos indignamos por un proyecto que ni siquiera vamos a discutir, para saber qué conviene y qué no, por otro lado, se firman decretos como el 414 de 2021 que establece aranceles del 40% para el sector textil que seguramente hará que los productos suban para el consumidor final, aumente el contrabando y apoye la no competitividad del sector nacional; pero ante esto, nadie de nuestra junta directiva se ha pronunciado ni invitado a parar; actualmente como sociedad parecemos una gran familia que tiene un panorama con enormes dificultades financieras pero que ha optado por la negación de “aquí no pasa nada” “la culpa de otros”, “gritemos fuerte” para culpar a quienes elegimos, y no vamos a sentarnos a discutir soluciones porque “aquí no hay nada de que hablar”, sencillamente esperamos las próximas elecciones para que “nos haga el milagrito” de solucionarnos todo, pero eso sí sin mirarnos las reformas o contrarreformas que debemos hacer. Nos recuerda cuando una empresa en ocasiones espera que la consultoría solucione lo que los propietarios no están dispuestos a hacer, la gran pregunta final no es si se requieren o no reformas, sino cuáles estamos dispuestos como sociedad a hacer para que como país nos beneficiemos todos y tengamos en mente el país que queremos desarrollar en el corto, mediano y largo plazo.